En el siglo sexto los obispos de Roma ejercían ya el poder sobre la mayoría de las iglesias cristianas
En el año 538 el poder del papa llegó a ser supremo y gobernó durante 1260 años, tal como había sido predicho por Daniel y Juan en sus libros proféticos.
El período de supremacía papal terminó en 1798 cuando el papa fue tomado prisionero.
La iglesia obligó a los seguidores de Jesús a escoger entre aceptar las falsas doctrinas y las ceremonias paganas del catolicismo, o sufrir el encarcelamiento, y quizás la muerte, a manos de la espada o de la hoguera.
En todas las edades hubo testigos de Dios, hombres que conservaron su fe en Cristo como único mediador entre Dios y los hombres, que reconocían la Biblia como única regla de su vida y santificaban el verdadero día de reposo.